lunes, 8 de septiembre de 2014

Inversión crecerá el doble; SHCP destaca impulso de reformas aprobadas


Inversión crecerá el doble; SHCP destaca impulso de reformas aprobadas

Luis Videgaray, secretario de Hacienda y Crédito Público.
Paulo Cantillo

CIUDAD DE MÉXICO.- Impulsada por las recientes reformas estructurales aprobadas y por el manejo de las finanzas públicas, la inversión productiva en México crecerá dos veces más el próximo año comparado con lo calculado para 2014, de acuerdo con la Secretaría de Hacienda y Crédito Público (SHCP).

En los criterios generales de política económica 2015 —marco económico para la iniciativa de Ley de Ingresos y el proyecto de Presupuesto de Egresos—, la dependencia expone que la inversión total (pública y privada) crecerá 4% anual en términos reales frente a 1.4% proyectado para el año corriente.

Con los cálculos anteriores, Hacienda prevé que el dinamismo de la inversión contribuirá con 22% del crecimiento económico total del país para el siguiente año.

En el paquete económico 2015, el gobierno proyecta que a partir de 2016 la inversión repuntará, creciendo a 5.9% anual hasta llegar a 7.5% en 2020. Las previsiones se basan  en el escenario de que la economía de Estados Unidos crezca a una tasa promedio de 2.6% en el periodo 2016-2020, y que su producción industrial lo haga en tasas de 3% en el mismo periodo.

 

En 2015 habrá mayor inversión

La inversión en el país tendrá una tasa de crecimiento dos veces mayor en 2015 con relación a lo esperado para este año, como resultado de las reformas estructurales y el buen manejo de las finanzas públicas, de acuerdo a lo planteado por la Secretaría de Hacienda y Crédito Público en los criterios generales de política económica 2015.

Así, la dependencia pronostica que el siguiente año la inversión total crecerá cuatro por ciento anual en términos reales, frente a 1.4 por ciento que espera que crezca en 2014.

En este sentido, la responsable de las finanzas públicas del país prevé que la inversión contribuya con 22 por ciento del crecimiento económico total de 2015, que prevé será de 3.7 por ciento, es decir, una aportación 0.8 puntos porcentuales.

Este resultado contrasta con 11 por ciento de contribución al crecimiento del país que dará la inversión este año, ya que Hacienda estima que aportará 0.3 puntos de 2.7 por ciento que crecería la economía.

Si bien las anteriores cifras representan una mejoría del comportamiento de la inversión frente a 2013, donde la inversión total disminuyó 1.8 por ciento en términos reales; están por debajo de los niveles alcanzados en 2011 y 2012.

Según cálculos de Excélsior con datos del Instituto Nacional de Estadística y Geografía (INEGI), en 2011 la inversión creció a una tasa anual de 7.8 por ciento en términos reales, contribuyendo con 41 por ciento del crecimiento de la economía del país; mientras que en 2012, la inversión creció 4.5 por ciento, aportando el 25 por ciento del total crecimiento económico.

Mejores perspectivas

Pese a lo anterior, como resultado de las reformas estructurales, en el paquete económico 2015 el gobierno estima que a partir de 2016 la inversión repuntará, creciendo a 5.9 por ciento anual, hasta llegar a crecer a 7.5 por ciento en 2020. Con esto, la expansión promedio anual que tendrá la inversión total en el periodo 2016-2020 será de 6.8 por ciento.

Las estimaciones descritas están basadas en el escenario de que la economía de EU crezca una tasa promedio de 2.6 por ciento en el periodo 2016-2020, y que su producción industrial lo haga en tasas de tres por ciento en el mismo periodo.

Gasto de capital

Por otro lado, de acuerdo a lo contemplado en los criterios generales de política económica 2015, el gobierno prevé erogar 839 mil millones de pesos en gasto de capital (inversión) en 2015, lo que implica una reducción del cuatro por ciento en términos reales a lo que se aprobó para el presente año.

Esta reducción implica que el gasto de inversión representará 23 por ciento del gasto programable (erogaciones destinadas al cumplimiento de las atribuciones del gobierno y demás poderes del Estado) en 2015, un punto porcentual menos de lo que se aprobó para este año.

 

El gasto público apoyará el crecimiento: Hacienda

El gobierno federal busca incrementar el gasto público para apoyar el crecimiento económico, aseguró la Vocería de la Secretaría de Hacienda.

Por esta razón, agregó, el Proyecto de Presupuesto de Egresos para 2015 plantea que el gasto se destine a proyectos de inversión en infraestructura y programas sociales que mejoren la calidad de vida.

Destacó que el gasto programable se destinará, en su mayoría, a desarrollo social (58.3 por ciento), desarrollo económico (31.5 por ciento), funciones de gobierno (6.7 por ciento) y el resto a otros poderes.

La iniciativa considera un crecimiento de sólo 0.9 por ciento en términos reales respecto al monto aprobado en 2014, con lo que el gasto corriente estructural es de 2.96 billones de pesos.

Las transferencias a entidades federativas y municipios serán de un billón 526.1 mil millones de pesos, 0.6 por ciento más respecto al monto aprobado en 2014.

Para los ramos administrativos se propone un gasto de un billón 177.7 mil millones de pesos, 0.7 por ciento más que el aprobado para 2014.

Con esto, dijo Hacienda, los lineamientos del Proyecto de Presupuesto promoverán el uso eficiente de los recursos productivos, fortalecerán el ambiente de negocios y financiarán políticas sectoriales y regionales para impulsar el desarrollo.

Además, se propone un déficit presupuestario de 1.0 por ciento del PIB, menor en 0.5 por ciento del PIB al aprobado para 2014 y se encuentra en línea con la trayectoria de déficit planteada en los criterios generales para 2014.

Precisó que considerando la inversión de las empresas productivas del Estado y en proyecto, la medida de déficit equivale a 3.5% del PIB.

Derivado de la transformación de Pemex y CFE, se propone un balance financiero con y sin inversión para Pemex de menos 0.9 y 1.1 por ciento del PIB, respectivamente.

—Notimex





¿Se vale comprar el voto de un legislador?

La respuesta debería ser un rotundo “no”. Debería. Pero todo depende de lo que entendamos por el verbo “comprar”. De acuerdo con la Real Academia Española, significa “obtener algo con dinero”. Si un Presidente, por ejemplo, le ofrece un millón de pesos a un senador a cambio de su voto a favor de una iniciativa que el Ejecutivo está proponiendo, estaríamos frente a un caso de soborno. Pero qué tal si le ofrece aún más dinero, digamos que cien millones, para construir una carretera en el estado del senador que desde hace varios años éste lleva prometiendo a su electorado. ¿También eso se consideraría como un soborno? ¿Se vale en una democracia este tipo de intercambios?

El primer caso, de dinero público que se queda el legislador en su bolsa a cambio de su voto, no tiene por qué debatirse: es corrupción pura. Y es, por cierto, lo que está revelando el senador panista José María Martínez quien afirma que el dirigente de su bancada en el Senado, Jorge Luis Preciado, le ofreció medio millón de pesos a cambio de su voto “para respaldar una propuesta del PRI”. La revelación suena más bien a venganza puesto que Martínez la realizó luego de conocer que lo habían removido como vicecoordinador del PAN en la Cámara alta. Desde luego que sería gravísimo que esto fuera cierto. Sobre todo ahora que hemos terminado un profundo proceso de reformas legislativas donde el gobierno priista consiguió el apoyo de los legisladores del PAN y PRD. ¿Se habrá recurrido al soborno, en dinero contante y sonante, para obtener votos de los opositores?

Se trata, por desgracia, de una vieja práctica en las bisoñas democracias de América Latina. En Brasil, José Dirceu, exjefe del gabinete del presidente Luiz Inácio Lula da Silva, fue condenado por el sonado caso “mensalão”. Le comprobaron que, desde su oficina, compró votos de legisladores de partidos diferentes al del Presidente para garantizar que ciertas leyes se aprobaran en el Congreso.

Cómo olvidar a Vladimiro Montesinos. En un famoso video vimos cómo el asesor del presidente Alberto Fujimori de Perú le entregaba 15 mil dólares en efectivo a un congresista opositor para que se cambiara de partido y votara las iniciativas legislativas del Presidente. Montesinos, a la postre, fue condenado por este y otros crímenes más.

Pero una cosa es dinero, presumiblemente público, para que se lo quede el legislador en su cuenta privada y otra diferente es el intercambio de favores que, de hecho, es el aceite de las democracias. El famoso quid pro quo: “Yo te doy esto a cambio de que tú me des aquello”.

Pocos políticos como el presidente Lyndon B. Johnson de Estados Unidos para realizar este tipo de transacciones. El texano, quien antes de pasar al Ejecutivo, fue el líder de los demócratas en el Senado durante la presidencia del republicano Dwight D. Eisenhower, tenía tres preceptos que utilizó con gran eficacia durante su paso por la Casa Blanca:  “Hay que contar”, “hay que ofrecer y cerrar tratos” y “hay que llevar registros”.

Primero está la importancia de los números en una democracia. ¿Cuántos votos se necesitan para aprobar una ley? ¿Cuántos se tienen asegurados? ¿Cuántos faltan? ¿De dónde los podemos sacar? Johnson calculaba. Sabía que, para ganar, sólo se requiere el margen de un voto. El Presidente salía a buscarlos. De ahí su segundo precepto: strike a deal. Pedía y ofrecía. Era un mercader de la política. Vamos a construir la presa en tu estado a cambio de tu apoyo en la iniciativa de derechos civiles. Quid pro quo. Persuadía, manipulaba, presionaba y en algunos casos hasta amenazaba dentro de lo que permitía la ley. Y siempre llevaba registros de sus maniobras. Keep a book. Anotaba cómo se había comportado cada uno y cada cual a la hora de las definiciones. Cuando podía, los premiaba o castigaba. Era generoso con los aliados e implacable con los adversarios.

Aquí, en México, el presidente Peña demostró ser un político eficaz dispuesto a utilizar el quid pro quo para sacar adelante su agenda legislativa. Dentro del marco del Pacto por México, le concedió cosas a los panistas y perredistas a cambio de su apoyo. Seguramente utilizó, además, el Presupuesto de Egresos para beneficiar ciertos proyectos que les interesaban a las dos fuerzas políticas opositoras (no es gratuito, por ejemplo, que el DF haya sido el gran ganador de las obras de infraestructura de este sexenio). Todo esto es legal y normal en un proceso de negociación democrática. Lo que ya no es legal, y sería un escándalo, es que hubieran recurrido, también, a la compra de votos de legisladores tal y como anda revelando el senador Martínez. Porque, en una democracia, hay de compras a compras.

                Twitter: @leozuckermann

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A Mario Luis Fuentes, por su ejemplo

El proyecto del nuevo aeropuerto de la Ciudad de México, es sin duda el asunto más peligroso al que se enfrentan el presidente Peña Nieto y su gobierno.  Si fracasan en el intento, incluso, las reformas estructurales podrían ahogarse en sus aguas. Para entender a cabalidad el asunto debemos de remontarnos a lo que se declaró al respecto en el gobierno de Vicente Fox. Lo que más me preocupa es la incapacidad de tener operando los dos aeropuertos de forma simultánea, debido a que los trapecios de aproximación de los aviones, por la cercanía serían de trayectoria de colisión. Es decir, se tiene que cerrar uno y abrir el otro de un día para el otro. La pregunta: ¿es factible que esto suceda? ¿Un día se cierra el aeropuerto Benito Juárez y amanecemos operando la nueva terminal? Me parece muy complejo. En segundo lugar, lo argumentado por José Luis Luege Tamargo otrora director de la Conagua, que explica que el cuerpo de agua Nabor Carrillo es naturalmente un paliativo para las inundaciones, no es un asunto menor. Lo dicho  por el panista no se puede deslindar de lo político cuando hablamos de un hombre que en su momento ha sido hasta presidente del PAN en el DF. Pero tampoco se puede desechar nada más. Esto ha sido según las autoridades, previsto con una inversión millonaria para paliar los efectos negativos que pueda causar la construcción del nuevo aeropuerto según la conferencia de medios ofrecida por Korenfeld y Guerra Abud al respecto. 

No soy experto en aviación y no quiero caer en la dinámica de crear millones de conocedores en aeropuertos. Hoy en día, de menos, todos los opinadores profesionales y adivinos del pasado, resulta que siempre han sabido de aeropuertos y del mejor lugar para construirlo, no les han hecho caso a su sapiencia sólo por omisos, remisos y obtusos. Yo no puedo hacer juicios definitivos, porque reconozco que es un asunto tan enteramente técnico que dar una opinión, aunque sea parcial es irresponsable. Por eso mi llamado es a las autoridades a que sean puntuales, claras, transparentes y no quede lugar a dudas sobre todos los aspectos de la construcción del nuevo aeropuerto de la Ciudad de México.

Tengo el enorme privilegio de conocer a Mario Luis Fuentes. Mario Luis ha sido, entre otras cosas, director general del IMSS. He disfrutado sus anécdotas. Cuando Zedillo era Presidente electo le encargó contactar al subcomandante Marcos. Las vicisitudes que vivió para contactarlo y posteriormente darle su respuesta a Zedillo no tienen desperdicio. Ojalá que algún día se anime a escribirlas porque  son maravillosas.  Hoy le conozco bien.  Llevó su encargo público con limpieza. Pocos o quizá ninguno de los exdirectores del IMSS, pueden presumir de no tener un caudal importante de dinero y prebendas.  Mario Luis no tiene chofer ni escoltas ni casas en diferentes lugares. No tiene negocios con proveedores de salud. Su vocación ha sido siempre lo social. Por eso fundó el CEIDAS, Centro de Estudios e Investigación de Desarrollo y Asistencia Social. Este centro tiene una revista, y tiene serios problemas de financiamiento en todos sentidos. He platicado muchas veces con Mario Luis de cómo llevar anunciantes a su revista y a su centro. Es tal su rectitud que no hay nadie de su pasado en el IMSS que le dé dinero, simplemente porque nunca pidió ni hizo negocio alguno. Si pudiere pedir un deseo para este país sería sin duda que todos los funcionarios públicos tuvieran su probidad, su capacidad y compromiso. No conozco alguien que haya tenido tanta cercanía con el poder que tenga una mirada limpia y una ingenuidad real basada en la verdad de su trabajo. Mario Luis ha perdido a un hijo. No encuentro palabras para decirle que lo lamento. No tuve valor, porque la experiencia de mi propia familia me ha enseñado que no hay nada que se pueda decir que mitigue el dolor. Estas líneas que sirvan como un homenaje a quien considero sin temor a equivocarme como el mejor servidor público que ha tenido el IMSS en su historia. Mario Luis, te abrazo con el alma. No hay nada más que decirte.

Este martes estuve entrevistando a los asistentes más célebres al mensaje con motivo de la entrega del 2º Informe de Gobierno del presidente Peña Nieto. Platiqué con gobernadores, Duarte, Velasco, Eruviel, secretarios de Estado,  legisladores afines al partido en el gobierno. El común fue la euforia porque México ha entrado en una nueva etapa. Entiendo la estrategia de comunicación. Es correcta. Pero espero que ninguno de ellos se la crean. Que estén ciertos de que las reformas son de papel hasta que no se conviertan en realidad y bonanza para los mexicanos. La teoría política dice que un gobernante debe siempre de mantener la moral en alto aunque mienta. Yo sólo recuerdo a Churchill que en mayo de 1945 ofreció a su gabinete y a los ingleses, trabajo, sudor, sangre y lágrimas. No les mintió. Perdió la siguiente elección, sacó a Inglaterra de la crisis de la posguerra y volvió a ganar después. Nada más que decir.

Alguien que me parece ha entendido que este es el comienzo es Manlio Fabio Beltrones. Está cierto de que este informe es tan sólo el banderazo de salida. Que se tienen que poner en marcha las reformas aprobadas y esa es la par más importante. Ha dejado claro que se van a enfocar primero en la glosa del informe, pero principalmente en la aprobación del presupuesto que permita poner en marcha las reformas que fuera del papel no sirven para nada.  Celebro, también, que ahora que asume la presidencia de la poderosa Jucopo,  ha prometido total transparencia en el ejercicio de los recursos que tiene a su cargo  este órgano.

En el estribo.-  Sin mezquindades se tiene que reconocer que las reformas logradas por el gobierno federal y el legislativo son históricas. Es justo que el PRI las difunda en México y el mundo. Uno de los encargados de esto es el exgobernador de Quintana Roo Joaquín Hendricks que en conjunto con la Fundación Colosio y Adrián Gallardo ha llevado el asunto hasta la mismísima China en Pekín. Bien por el Consejo Político Nacional. Aunque reitero, ahí están las reformas, falta que se conviertan en bienestar para los mexicanos. Ésa es la siguiente etapa.

A Manuel Velázquez Mares, mi jefe de información del noticiario nocturno, que perdió a su padre este fin de semana desde el fondo de mi corazón le abrazo y no tengo nada que decirle más que lo quiero profundamente y que el dolor pasará, pero nunca la ausencia. Con cariño Manuel, ánimo hermano.

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Línea 12: todo mal

Entramos nuevamente a la época del año en que los legisladores discuten cuánto dinero público estará en manos de los funcionarios y en qué será empleado.

Y desgraciadamente seguimos recibiendo noticias que dan cuenta de pésimas prácticas a la hora de gastar y rendir cuentas.

Cuando usted decide hacer una inversión de un monto importante —sea comprar un coche o un inmueble o poner un negocio—, seguramente busca toda la información disponible. Revisa las características de lo que va a adquirir, compara unas opciones con otras, piensa en el beneficio que le va a dar y estima su durabilidad.

Pues muchos de nuestros funcionarios no hacen cálculos semejantes cuando gastan los recursos públicos. Cuando no están pensando cómo se van a beneficiar ellos o algún otro particular con la compra, o qué provecho político se le puede sacar, simplemente se desentienden de buscar las mejores condiciones como haría con su dinero cualquier persona.

La mejor prueba de ello son las Conclusiones del informe de diagnóstico de la Línea 12 del Metro, documento que dio a conocer la semana pasada el Gobierno del Distrito Federal y se elaboró con base en el estudio que hizo la empresa francesa SYSTRA sobre el deterioro acelerado de esa vía.

En el cúmulo de información que aparece en el documento de 33 páginas y un anexo de otras nueve, aparece una sola razón para el optimismo: la autoridad capitalina no exageró el peligro que corrían los usuarios de la Línea 12 e hizo bien en suspender el servicio en las once estaciones que están entre Atlalilco y la terminal en Tláhuac, hace casi seis meses.

Lo demás debería ser motivo de indignación. Y no solamente porque falló absolutamente todo sino porque construir vías de transporte subterráneo es algo que ya sabíamos hacer en México.

El jueves pasado se cumplieron 45 años de que se pusieron en servicio las primeras estaciones de la Línea 1 del Metro. Por si fuera poco, el primer tren que dio servicio a esas estaciones sigue rodando. ¿Entonces cómo es que después de medio siglo de estar construyendo kilómetros y kilómetros de Metro, y sin que la falta de dinero público haya sido factor de las fallas que se conocerían públicamente en la Línea 12 luego de 16 meses de operación, este proyecto haya terminado en tal fracaso?

Se dirá que las fallas serán eventualmente corregidas –mediante las 32 acciones recomendadas por SYSTRA— y la Línea 12 volverá a funcionar, pero al momento de escribir estas líneas no quedaba claro cuál era el plazo para que esto ocurriera ni cuánto le costará la corrección al contribuyente.

Y eso es porque se tendrán que sustituir 312 mil piezas solamente en el tramo elevado de la vía, mismas que en una buena proporción no existen en el mercado y tendrán que mandarse hacer, de acuerdo con Alfredo Hernández García, secretario de Obras del gobierno capitalino.

Entonces, ¿a cuánto ascenderá finalmente el costo de la Línea 12? Imposible estimarlo. Su presupuesto original era de 15 mil 290 millones de pesos, pero al momento de su inauguración, en octubre de 2012, ya se habían gastado 26 mil 274 millones de pesos y había un reclamo de otros cuatro mil millones de pesos por parte de las constructoras. Si fuera su dinero, ¿usted incurriría en un gasto que equivale a casi la quinta parte de su presupuesto anual sin hacerse preguntas básicas sobre lo que está comprando? En la construcción de la Línea 12, eso fue lo que ocurrió: no hubo la planeación adecuada, la ejecución de la obra fue fallida, la coordinación entre las partes no funcionó y, por si fuera poco, las labores de mantenimiento y las acciones correctivas agravaron los problemas de origen. O sea, #TodoMal.

Ahora habrá que pagar la revisión realizada por SYSTRA y la asesoría que para corregir las fallas brindará otro consorcio, por no hablar de la compra de las 312 mil piezas y el pago de las obras de adecuación que resulten necesarias. La autoridad capitalina no ha dicho aún si las curvas de radios menores a 350 metros —que están en el corazón de las fallas de la Línea 12— tendrán que ser demolidas, elevando sustancialmente el costo de la corrección, o solamente se usarán en ellas rieles de características distintas. 

Lo cierto es que toda la experiencia de la construcción de la vía ha dejado ver a la autoridad como incompetente en la ejecución de obras mayores e indolente en el ejercicio del gasto público.

El secretario de Obras dijo la semana pasada que el informe de SYSTRA sería enviado a la Contraloría capitalina para determinar quiénes son responsables de las fallas. Quizá debamos olvidarnos, por desgracia, de que alguien restituya a las arcas el dinero del contribuyente mal gastado, pero sería una infamia que nadie resultara responsable.

Al menos tendría que dar la cara por estos hechos el exjefe de Gobierno Marcelo Ebrard, quien buscó construir una candidatura presidencial con base en los beneficios sociales que significaría la Línea 12. Si alguna conclusión arroja el informe de SYSTRA es que no hay un responsable único, que la ineficiencia que llevó a la suspensión es sistémica. Y cuando los problemas son de sistema, las responsabilidades suelen diluirse.

Eso exige a los ciudadanos un trabajo doble (además del de pagar impuestos): estar pendiente de la revisión que haga la Contraloría y no permitir que en otras grandes obras —llámense ampliaciones al propio Metro o la construcción del nuevo aeropuerto— se repitan semejantes prácticas.

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