Comer el peyote con amor da poder, energía... surge el entendimiento
El peyote es el tercer ojo... pero es de Dios. Cuando lo comes con miedo, asusta; pero cuando lo haces con amor, quieres más porque te da poder, energía... surge el entendimiento, dice Santos de la Torre, artista wixárika protagonista de la película Eco de la montaña, bello archivo sobre un personaje de este pueblo.
Se trata de uno de los filmes que se exhiben en el Foro de la Cineteca Nacional.
Habla sobre un huichol que sobrevive en la vida moderna, dice Nicolás Echevarría, quien realiza este viaje por la profundidad religioso social de de ese pueblo de la comunidad de Santa Catarina.
A partir de la injusticia cometida contra Santos, a quien no le habían pagado un mural que realizó y que ahora se exhibe en la estación del Metro del Museo de Louvre, en París, Echevarría realiza otra valiosa entrega de uno de sus universos temáticos: el de la visión religiosa indígena y sus procesos creativos y rituales.
Ahora, el hilo conductor de su documental es la creación de una obra wixárika similar a la de París. De hecho el mural es el guion de la película; es un códice que, al ser formado y construido por la visión cosmogónica de Santos (y su familia), va construyendo la película de forma paralela, explica el experimentado Nicolás Echevarría.
Con sus sueños, ideas y gracias a la sabiduría de Hikuri (el peyote, planta sagrada para este pueblo), Santos crea el mural ex profeso para la película. Va recorriendo junto con las cámaras de Echevarría los lugares sagrados wixárikas. Para hacer el periplo se pidió permiso en varios de los lugares sagrados. Incluso se le pagó por realizar el trabajo artístico, que hizo en un año.
Recorrido emblemático
En Eco de la montaña la cámara es un observador participante en la creación de la obra. Santos narra y elabora una historia que se va iluminando con chaquira multicolor. El cuadro explica una historia, un recorrido por los lugares emblemáticos de los huicholes, por los mismos que tuvieron que pisar las lentes.
En 1997 fue inaugurado el mural encargado por el Metro que está en la estación de Louvre, pero Santos no fue invitado a la ceremonia a la que asistieron los presidentes de ambos países Ernesto Zedillo y Jacques Chirac. Además, lo colocaron mal, y saber quién era Santos y por qué no lo invitaron fue la motivación del documental.
Nicolás firma que lo que empezó como una investigación casi policial, porque le habían pagado la mitad solamente, se volvió la historia de un tipo lindo y simpático, un artista que ha trabajado para otros artistas que hacen obra contemporánea, afirma el cineasta, quien para conocer al huichol tuvo que caminar 10 horas hasta llegar a su rancho en Mesa de Venado: La conexión de la Sierra Madre Occidental-París me pareció interesante.
No es el primer trabajo que este director y guionista hace respecto de estos temas. El también músico, pintor, productor, que en 1972 comenzó sus estudios sobre cine en Milenium Film Workshop de Nueva York, tiene otros trabajos como Hay hombres que respiran luz (de 1976, que aborda el tema de las plantas sicotrópicas que ayudan a un chamán), La peregrinación del peyote entre los huicholes, María Sabina. Mujer espíritu y Niño Fidencio, aunque es reconocido por la película de ficción Cabeza de Vaca, inspirada en el libro Náufragos, sobre la vida del expedicionario español Alvar Núñez Cabeza de Vaca
La idea original de Eco de la montaña, cuenta Echavarría, era hacer una visión paralela, de cómo se comporta Santos con su gente en el otro mundo: el occidental. La película se construye al mismo tiempo que Santos crea su mural. Fue hecho para el filme, pero al final éste sí lo pudo vender, además, le pagamos a toda la familia como si fueran actores.
Echevarría comenta que la transa que sufrió el artista en aquel tiempo fue por un intermediario, porque el mural fue un trato entre el Metro de México y el de París. Ese intermediario lo transó, no le pagó y se armó un desmadre. La razón por la que no lo invitaron al acto inaugural en el que estuvieron los presidentes fue porque Santos hizo pública su protesta. Estoy seguro de que el Consejo Nacional para la Cultura y las Artes no tenía nada que ver, pero fue horrible que no lo hayan invitado y que no hayan armado el mural de la forma correcta. Santos tuvo que recurrir a la comisión de derechos humanos para que terminaran de pagarle el trabajo.
Una de las dificultades con las que se enfrentó Echevarría para filmar fue que nunca pudo rodar en su territorio de origen. Nunca me dieron permiso. He trabajado en la comunidad de San Andrés, pero esta es la de Santa Catarina y son muy difíciles. Con trabajos filmé en su casa, pero realmente ésta se convirtió en la película de un huichol que sobrevive en el mundo moderno, digamos.
En la cinta lo que se aprecia es parte de la ideologia wixárika y sus procesos rituales. Me gusta la cosa religiosa y me fui por ese lado, comenta Echevarría, quien no puede dejar de referirse a la situación actual de las tierras sagradas de los huicholes, como en Wirikuta, que se ha concesionado a una empresa canadiense para construir una mina.
Ellos viven en la Sierra Madre Occidental, en Jalisco y Nayarit. El resto del territorio ritual ya no es de ellos. En Wirikuta viven mestizos, que son los dueños de esos terrenos. Esta construcción de la mina canadiense es un crimen y desastre no sólo para los huicholes, sino para todos porque es un desastre ecológico: es una de las reservas de cactáceas más importantes de México. Sería un crimen una mina a cielo abierto, agrega.
Sin embargo, acepta el realizador, muchos mestizos están en favor de la construcción porque piensan que van a obtener trabajo, pero las minas no dejan nada, acaban por explotar a la gente y dejar una porquería. Se llevan todo, no dejan nada. La prueba es Real de Catorce, una ciudad fantasma. Hay mucha gente en favor de las minas, empezando por el gobierno que ya dio las concesiones. Esperan que se calme el escándalo para entrar porque hay oro y plata.
Por el contrario, los wixárikas “ven la tierra como un organismo que al perjudicarlo afectará a todos. Es difícil defenderlo porque ya es de otras personas. Ya ni siquiera la ruta sagrada, que está bloqueada por cercas privadas y vigilantes.
Por lo pronto, en el documental, Santos argumenta: Sabemos que estas empresas se van a quedar con los dineros. Ellos son el tigre y nosotros, el toro que defiende el lugar sagrado. La mina es como nuestro cuerpo. El oro, como la vida. La plata es como el hueso de nosotros. El agua, la sangre de nuestras venas... Está escrito que esta tierra no debe ser dañada.
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